Un hombre cualquiera se encuentra con humanas extraordinarias y mujeres inconfundibles sobre lo galaico de los macizos o bajo lo compostelano de la lluvia.
Todos los caminos llegan hasta el Obradoiro y, también, a todos los que han obrado en construir los caminos. Sin duda, la guerrera de los Ancares es una de las peregrinas infatigables que mantiene el rumbo, aunque se borren las flechas amarillas o la brújula pierda el norte. Su paso firme deja huella y sabe pararse en las encrucijadas para disipar las dudas.Dichas dudas que se dibujan en su mejilla con una interrogante invisible para el común de los mortales, pero ese signo tiene vocación de constelación para guiar y dirigir. Y, si los mapas se convirtieran en laberintos, ella va dejando palillos para encontrar el camino de vuelta a los lugares donde se agazapa la felicidad.
Lo orgulloso de sus orígenes le ha hecho rodearse de un forzudo bombero para mantener verde y viva el alma del hogar de Breogán. Y cuenta con el mejor guerrero de terracota para defenderse de las invasiones bárbaras, desde lo alto de la muralla. Y a la orilla del azul del Miño pinta la diagonal de las banderas, que reflejan el firmamento con permiso del pronóstico de Pemán. Su mirada distraída no le hace perder de vista la meta y su positivismo antropológico es un sexto sentido para ver más allá del horizonte.
Y asi un hombre cualquiera busca el vaso medio lleno con las estrategias militares que inventa la guerrera de los Ancares.
¿Recuerda más extraordinarias inconfundibles?
Capítulo II: Mecenas del Quijote
Capítulo III: Forzuda equilibrista
Capítulo IV: Alumbrante de historias
Capítulo V: Soñadora en pijama
Capítulo VI: Aventurera de las siestas
Capítulo VII: Irónica politóloga
Capítulo VIII: Conversadora berciana
Capítulo IX: Sonriente comunicóloga
Capítulo X: Teniente con rizzo
Capítulo XI: mademoiselle del vestido burdeos.
Capítulo XII: Embajadora de la city
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